miércoles, 30 de septiembre de 2009

Capturado

Las historias de Octavio el octopus también pueden ser leídas en la página web de Octavio.

Cuando Octavio despertó no sabía dónde estaba pero se lo imaginaba. Estaba oscurísimo, mojado por suerte y cada tanto rebotaba de un lado golpeándose contra unas paredes. Había sido secuestrado mientras dormía y estaba en una caja para transportar pequeños octopus y otros animales del océano, léase: un acuario portátil.

Se puso contento porque sabía que pronto llegaría al lugar que quería llegar, la isla donde Malandro tenía a Shamu en cautiverio. Pero al mismo tiempo tenía miedo porque no sabía si todo saldría como estaba planeado.

Octavio supo que si había despertado era porque sería de día, porque generalmente durante la noche (como todo niño lindo y bueno que todo padre o madre adora) duerme profundamente. Hizo un esfuerzo para escuchar, pero las paredes de la caja era muy gruesas y los sonidos llegaban muy tenues.

De pronto se escucharon unos pasos: pa toc, pa toc. Se asustó porque supo que esas pisadas erráticas eran las del pirata. Malandro se estaba acercando a la caja donde estaba Octavio.

Un destello de luz cegó a Octavio, un poco de viento tocó su cara y esa sensación desconocida (porque en el fondo del mar no hay viento) le gustó. Sonrió y abrió los ojos y vio la horripilante cara del pirata que lo miraba y le dijo sin demasiado prejuicio:

- Es verdad que usted se comió la medalla? -Dijo Malandro-.

- No sabía que los piratas hablan como las tortugas. -Respondió Octavio-.

Malandro que tenía poca paciencia y muy mal carácter, levantó un poco el labio y se le vio un colmillo amarillo. Salió feo olor. Octavio hizo un puchero, pero no lloró y dijo.

- Sí, me comí la medalla. Y no hice caca. -Dijo seguro Octavio-.

- Mhhhh, y cuándo va a hacer caca? -Preguntó desconfiado Malandro-.

- No sé, en estos días. Los octopus somos de digestión lenta.

- Digestión lenta... -repitió Malandro-. Y los piratas somos gente de poca paciencia... Si te destripo aquí mismo no pierdo nada... -pensaba en voz alta Malandro-.

Octavio rápidamente recordó la historia del pato de los huevos de oro y le preguntó al pirata:

- A vos no te contaron el cuento del pato de los huevos de oro?

Y apareció el cuervo, que había estado escuchando la conversación y dijo:

- Cra cra, pero el pato no se había comido los huevos...cra...

Octavio palideció. Pero Malandro que era lento y todavía estaba tratando de recordar ese cuento que alguna vez le contó su abuela pirata dijo:

- ahhhhh sí, el del pájaro al que le abren la panza y no encuentran nada... ahhh entiendo.

Octavio recuperó el color y agregó:

- Si me abrís la panza no vale.

Octavio había estado cerca de que Malandro le abra la panza para sacar la medalla. Había salvado su pellejo esa historia que le había contado la tortuga y que Malandro sea un poco lento y bruto. Pero el cuervo se dio cuenta que algo se tramaba Octavio.

Malandro dejó a Octavio en una pileta natural del rocas, el cuervo lo miraba desde la piedra más alta. Era claro que la ballena no estaría allí porque las ballenas necesitan mucho espacio. Porque son grandes. Octavio necesitaba llegar hasta la ballena lo antes posible porque sabía que su mentira tenía patas cortas. Pronto, a la primer caca o a más tardar a la segunda, Malandro se daría cuenta que era todo un cuento y lo mataría.

Octavio se sentó en el fondo de la pileta de rocas, se sentía solo, miró el cielo y vio la figura del cuervo recortándose en el cielo, volaba en círculos. En eso escucha:

- Ptsss ptssss, por acá, rápido ... -dijo una aguda voz desde un rincón oscuro de la roca-.

Octavio sintió que su corazón volvía a latir, no estaba solo en esta aventura.

Continuará.
..

domingo, 20 de septiembre de 2009

Noticias que vuelan

Las historias de Octavio el octopus también pueden ser leídas en la página web de Octavio.

La noticia se dispersó rápidamente por el océano.


La tortuga le comentó al coral que el pequeño octopus naranja se había comido la medalla que le había dado el tiburón. El coral, como quien no quiere la cosa, se lo dijo a la estrella de mar y ésta a un pez payaso que se escondía en la anémona. La anémona se lo contó al alga y un caracol que pasaba por ahí escuchó y fue lentamente a contarle la novedad a los caballitos de mar, que sin dudarlo un segundo dieron un salto en alto y se lo contaron al cuervo que justo volaba por ahí.

Antes que comenzara a anochecer, el cuervo ya había volado hacia la isla donde Malandro vivía y tenía a la ballena y los otros en cautiverio.

La noticia había llegado a destino.

martes, 8 de septiembre de 2009

El octopus de la medalla de oro

Las historias también pueden ser leídas desde el sitio web de Octavio el octopus.

Malandro el pirata tenía secuestrados a los tripulantes del barco y a Shamu la ballena bailarina. A su vez, Malandro quería la medalla que tenía Octavio el octopus, y Octavio estaba encomendado en entregarle la medalla a la ballena que el pirata tenía secuestrada... Era un círculo, sólo había que atar cabos.

Octavio pensaba acerca de las distintas opciones para encontrar a la ballena y darle la medalla, cuando de repente una brillante idea iluminó sus pensamientos. Tenía que lograr que Malandro lo secuestre a él para llegar hasta Shamu.

Fue a contarle su brillante idea a la tortuga, pero la tortuga no parecía muy convencida del asunto. Había algunos detalles que Octavio no había considerado, por ejemplo: Por qué el pirata querría secuestrar a Octavio si con la medalla le alcanzaba?

Octavio no había pensado en eso, la tortuga tenía razón. Lo más probable era que Malandro arrebatara la medalla y matara a Octavio. De solo pensar en esa posibilidad Octavio se puso pálido, pasó del naranja al amarillo patito.

Fue entonces cuando otra idea, más brillante que la primera cruzó los pensamientos del pequeño Octavio.

- Ya sé -dijo Octavio- vamos a decirle a todos los seres del coral que me comí la medalla.

- Pero usted m'hijo está loco, cómo se va a comer una medalla!!! Se va a empachar!!!

- No Tortuga, es una mentira para que Malandro me lleve hasta dónde está la ballena.

- Lo más probable es que te destripe, como la pasó al pato que ponía huevos de oro... ya le he contado mil veces esa historia.

- Justamente por eso, como todos conocen esa historia, no me va a destripar. Va a esperar a que haga caca la medalla.

- Qué asco!!!

La tortuga arrugó su arrugada cara, mientras que a Octavio le brillaban los ojos de sólo imaginarse la situación. Ahora sólo había que desparramar la noticia y esperar.

jueves, 20 de agosto de 2009

El barco o las perlas

También pueden leer las historias desde el sitio web de Octavio.


La última vez que Malandro había estado en las Islas Encantadas, había perdido su barco. En esa oportunidad Malandro se había acercado a las Islas con intención de robar perlas para luego venderlas en el continente.

En las Islas Encantadas viven las luciérnagas protectoras del mar. Estas luciérnagas son muy pequeñas, pero trabajan en equipo y llegan a tener más fuerza que la Tempestad.

Malandro esperó que se haga de noche para encontrar a los seres del coral dormidos. Dejó su barco anclado cerca de una de las islas. El pirata vestía un traje de buceo, llevaba una jaula donde transportaría a las perlas y una linterna en la mano.

Se acercó despacio al borde del coral y encendió su linterna. Todos dormían. También la tortuga. Malandro reconoció que al lado de la tortuga había dos ostras perleras, y supo que por las perlas recibiría mucho dinero y puso a las ostras adentro de la jaula.

Pero de pronto Malandro escuchó un ruido a cadenas. Salió rápidamente a la superficie para ver qué ocurría y vio que las luciérnagas estaba subiendo el ancla de su barco y empujándolo hacia la isla.

Malandro sabía que el barco encallaría en la arena y lo perdería para siempre. En ese momento tenía que decidir entre quedarse con las perlas o nadar rápidamente y salvar su barco.

Pero como este pirata es muy ambicioso, quiso quedarse con las perlas y salvar el barco al mismo tiempo. Entonces nadó con la jaula en una mano y la linterna en la otra. Y como es bien sabido, no se puede nadar con cosas en las manos, así que el pirata perdió el barco y entre tanto revuelo las ostras se despertaron y escupieron las perlas al fondo del mar.

Malandro se quedó sin barco y sin perlas. Tuvo que nadar varios días hasta llegar a su isla. La isla de Malandro está en algún lugar secreto del mar. Allí tiene de prisioneros a los tripulantes del barco y a Shamu, la bella bailarina.

lunes, 17 de agosto de 2009

Hormigosta

Si es la primera vez que lees las historias de Octavio el octopus, puedes ir al sitio web y leerlas desde el comienzo. Los cuentos están numerados y clasificados según su ubicación geográfica.

Mientras tanto en el continente...

A tres metros de profundidad, en el jardín de una casa de la playa, hormigas científicas trabajan día y noche sin parar en su laboratorio. Hace varios años están trabajando en un experimento secreto. Es tan pero tan secreto que ni ellas saben de qué trata. Entran al hormiguero llevando hojas, semillas, piedritas y pañuelos descartados ... y salen con sus manos vacías en busca de más materiales. En el jardín hay varias autopistas de hormigas que van y vienen, avenidas de tránsito lento, con semáforos y carteles con nombre de calles.

En la casa de la playa viven dos mascotas: Charquita una gata gorda que toma gotas homeopáticas para adelgazar y Puente un perro pulcro que cree que sin su collar está desnudo.

Cierto día que la gata Charquita estaba durmiendo debajo de un limonero y Puente, el perro, estaba haciendo una montaña de hojas secas para usar de colchón, se escuchó una explosión en el hormiguero. Charquita y Puente se sobresaltaron y fueron a ver qué sucedía y vieron que el hormiguero parecía un volcán que echaba humo y un líquido verde pegajoso. Las hormigas corrían desesperadas gritando "hormigosta, hormigosta!".

La gata Charquita, que es muy golosa probó el líquido verde que salía del hormiguero, y de tan feo que era se le pararon los pelos y se la cayeron tres bigotes al suelo. Puente, que es un perro muy pulcro, no quiso que el líquido le ensucie las patas, así que dio un salto tan alto que quedó enredado entre las ramas del limonero.

De pronto el hormiguero que parecía un volcán en erupción empezó a temblar. Una hormiga científica que usaba delantal blanco y anteojos salió volando y detrás de esa hormiga apareció un monstruo horroroso que escupía baba verde.

Continuará...

jueves, 13 de agosto de 2009

Octavio tiene sitio WEB

De ahora en adelante las historias de Octavio el octopus también podrán ser leídas en este sitio WEB.

Que no panda el cúnico! El blog seguirá funcionando y las nuevas historias tendrán un link a la página web.

domingo, 9 de agosto de 2009

Malandro y el Cuervo

Nota: Las historias están ordenadas por fecha de publicación. Las más antiguas aparecen debajo de las más recientes. Si esta es la primera vez que lees a Octavio, tendrías que empezar por la historia del tiburón blanco.

Esta historia no está ilustrada todavía. Los dibujos que me manden los puedo agregar para ilustrar las aventuras de Octavio el octopus.


El pirata Malandro estaba durmiendo en la proa del barco cuando escuchó al Cuervo que gritando se posó en la punta del mástil del barco y dijo:

- Crraaa craa craa!!! La medalla, la medalla del tiburón!

El pirata todavía estaba un poco dormido y no entendía de qué estaba hablando el Cuervo. Además, estaba molesto porque no le gustaba que lo despierten así, a los gritos.

- De qué habla Cuervo? Sea claro. -El pirata Malandro no tuteaba al Cuervo-.

- Cra cra ... el gran tiburón entregó la medalla a un octopus del coral.

- Cómo? De dónde sacó esa noticia?

- Cra cra ... vengo del cumpleaños de uno de los hipocampos. Ellos vieron al octopus con la medalla, trataron de robarla pero no pudieron. Perdieron una estrellita ninja.

- Estos caballitos de mar no sirven para nada...

- Cra cra... La tortuga ayudó al octopus.

- Mh, la tortuga... esto es raro. Por qué el tiburón entregó la medalla a un pequeño octopus del coral? Acá hay gato encerrado.

- Cra cra ... huyamos, no me gustan los gatos. Craaaaaa ...

- Es un dicho Cuervo. No hay gatos en el mar... Dónde queda ese coral?

- No muy lejos de aquí, entre las Islas Encantadas.

- Ja! Las Islas Encantas. La última vez que estuve por esas aguas, perdí mi barco. Ahora entiendo por qué el tiburón blanco decidió entregar la medalla al octopus. Si el octopus no sale de su coral, no habrá forma de entrar a sacarle el tesoro.

Malandro se quedó pensando un rato. El sol empezaba a ponerse detrás del barco y las sombras se estiraban en el agua. El Cuervo seguía parado en el punta del mástil, miraba para un lado y para el otro, tenía miedo que apareciera un gato. No había entendido que 'gato encerrado' era un dicho.

- Levantemos ancla!- Dijo Malandro.

- A dónde vamos?- Preguntó el Cuervo.

- Hacía las Islas Encantadas.

El Cuervo no podía levantar anclas porque no tenía manos. Tenía alas. Así que voló alrededor del barco de Malandro hasta que la cadena y el ancla estuvieron sobre la cubierta y el barco empezó a deslizarse por el agua, llevado por el viento, rumbo a las Islas Encatadas, rumbo al coral.