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La última vez que Malandro había estado en las Islas Encantadas, había perdido su barco. En esa oportunidad Malandro se había acercado a las Islas con intención de robar perlas para luego venderlas en el continente.
En las Islas Encantadas viven las luciérnagas protectoras del mar. Estas luciérnagas son muy pequeñas, pero trabajan en equipo y llegan a tener más fuerza que la Tempestad.
Malandro esperó que se haga de noche para encontrar a los seres del coral dormidos. Dejó su barco anclado cerca de una de las islas. El pirata vestía un traje de buceo, llevaba una jaula donde transportaría a las perlas y una linterna en la mano.
Se acercó despacio al borde del coral y encendió su linterna. Todos dormían. También la tortuga. Malandro reconoció que al lado de la tortuga había dos ostras perleras, y supo que por las perlas recibiría mucho dinero y puso a las ostras adentro de la jaula.
Pero de pronto Malandro escuchó un ruido a cadenas. Salió rápidamente a la superficie para ver qué ocurría y vio que las luciérnagas estaba subiendo el ancla de su barco y empujándolo hacia la isla.
Malandro sabía que el barco encallaría en la arena y lo perdería para siempre. En ese momento tenía que decidir entre quedarse con las perlas o nadar rápidamente y salvar su barco.
Pero como este pirata es muy ambicioso, quiso quedarse con las perlas y salvar el barco al mismo tiempo. Entonces nadó con la jaula en una mano y la linterna en la otra. Y como es bien sabido, no se puede nadar con cosas en las manos, así que el pirata perdió el barco y entre tanto revuelo las ostras se despertaron y escupieron las perlas al fondo del mar.
Malandro se quedó sin barco y sin perlas. Tuvo que nadar varios días hasta llegar a su isla. La isla de Malandro está en algún lugar secreto del mar. Allí tiene de prisioneros a los tripulantes del barco y a Shamu, la bella bailarina.
Mientras tanto en el continente... A tres metros de profundidad, en el jardín de una casa de la playa, hormigas científicas trabajan día y noche sin parar en su laboratorio. Hace varios años están trabajando en un experimento secreto. Es tan pero tan secreto que ni ellas saben de qué trata. Entran al hormiguero llevando hojas, semillas, piedritas y pañuelos descartados ... y salen con sus manos vacías en busca de más materiales. En el jardín hay varias autopistas de hormigas que van y vienen, avenidas de tránsito lento, con semáforos y carteles con nombre de calles. En la casa de la playa viven dos mascotas: Charquita una gata gorda que toma gotas homeopáticas para adelgazar y Puente un perro pulcro que cree que sin su collar está desnudo. Cierto día que la gata Charquita estaba durmiendo debajo de un limonero y Puente, el perro, estaba haciendo una montaña de hojas secas para usar de colchón, se escuchó una explosión en el hormiguero. Charquita y Puente se sobresaltaron y fueron a ver qué sucedía y vieron que el hormiguero parecía un volcán que echaba humo y un líquido verde pegajoso. Las hormigas corrían desesperadas gritando "hormigosta, hormigosta!". La gata Charquita, que es muy golosa probó el líquido verde que salía del hormiguero, y de tan feo que era se le pararon los pelos y se la cayeron tres bigotes al suelo. Puente, que es un perro muy pulcro, no quiso que el líquido le ensucie las patas, así que dio un salto tan alto que quedó enredado entre las ramas del limonero. De pronto el hormiguero que parecía un volcán en erupción empezó a temblar. Una hormiga científica que usaba delantal blanco y anteojos salió volando y detrás de esa hormiga apareció un monstruo horroroso que escupía baba verde. Continuará... |